La eucaristía debe formarnos de una manera tal, que toda nuestra vida se convierta en la eucaristía, en el lugar en donde continuamente nos ofrecemos al Padre a través de Cristo.
Karl Rahner.
La "Parousia"
Aunque finalmente es mejor utilizar nuestras propias palabras, al principio no hay nada más útil que podamos hacer, que usar las palabras de alguien que tenga más experiencia que nosotros; quién mejor que el mismo Jesús y la oración que nos enseñó. Debiéramos empezar nuestra oración diaria con la suya, para luego con nuestras propias palabras tratar de adentrarnos en su oración, expresada del modo más perfecto en la última cena. Allí la oración y la acción más perfecta, se funde en una sola cosa. Este momento se repite eternamente en la eucaristía para que nosotros lo compartamos. Aunque no siempre podemos estar físicamente presentes para compartir los misterios sagrados cada día, podemos participar de ellos espiritualmente, tratando de dar a nuestra oración diaria una forma tan perfecta como podamos, a imitación de la suya.
He aquí una pequeña ayuda mnemotécnica que utilizo con este fin; ensáyala... tal vez pueda servirte. Toma la palabra griega "Parousia" utilizada para describir la llegada de un rey.
Cuando las Escrituras fueron traducidas al griego, se usó esta palabra para describir la triple llegada de Cristo: su primera llegada en la historia, su venida final en majestad, y en medio de estas dos, su venida continua en el misterio. San Pedro ve este tiempo, entre la primera llegada en la historia y la venida final en majestad, como un tiempo de arrepentimiento o un tiempo para volvernos constantemente y recibir al Cristo que de manera incesante viene a nosotros en el misterio, por medio del amor. Es por eso que la oración es tan importante, porque es el lugar en donde de manera ininterrumpida nos volvemos para recibirlo en nuestras vidas de modo que podamos ajustarnos perfectamente en la suya. Yo utilizo cada una de las letras de la palabra griega "Parousia" para recordar otras ocho sencillas palabras de origen latino.
Cada una de ellas es un recordatorio de ocho ingredientes esenciales para la oración, como se expresan en la eucaristía, y que deben caracterizar nuestra oración diaria. Las palabras son: professio (profesar), adoratio (adorar), reconcilio (reconciliarse), offero (Ofrecerse), unio (ser uno), sileo (estar en silencio), intercedo (interceder) y actio (actuar). Una por una, ellas nos ayudan a transformarnos en las más perfecta oración oración de Cristo, que representa todo lo que ha hecho, está haciendo y seguirá haciendo, para que "tengamos vida, y vida en abundancia".
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