Préstame, Madre, tus ojos para con ellos mirar, porque si con ellos miro nunca volveré a pecar.
Préstame, Madre, tus labios para con ellos rezar, porque si con ellos rezo Jesús me podrá escuchar
.
Préstame, Madre, tu manto para cubrir mi maldad, pues cubierto con tu manto al cielo he de llegar.
Préstame, Madre, tu Hijo para poderlo yo amar.
Si tú me das a Jesús, ¿qué más puedo desear? Ésta será mi gran dicha por toda la eternidad.
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