Oh María, Virgen Inmaculada,
Puro cristal para mi corazón,
Tú eres mi fuerza, oh ancla poderosa,
Tú eres el escudo y la defensa para el corazón débil.
Oh María, Tú eres pura e incomparable,
Virgen y Madre a la vez,
Tú eres bella como el sol, sin mancha alguna,
Nadie se puede comparar con la imagen de Tu alma.
Tu belleza encantó el ojo del tres veces Santo,
Y bajo el cielo, abandonado el trono de la sede eterna,
Y tomó el cuerpo y la sangre de Tu Corazón,
Durante nueve meses escondiéndose en el Corazón de la Virgen.
Oh Madre, Virgen, nadie comprenderá,
Que el inmenso Dios se hace hombre,
Sólo por amor y por su insondable misericordia,
A través de Ti, oh Madre, viviremos con Él eternamente.
Oh María, Virgen Madre y Puerta Celestial,
A través de Ti no ha llegado la salvación,
Todas las gracias brotan para nosotros a través de Tus manos,
Y me santificará solamente un fiel seguimiento de Ti.
Oh María, Virgen, Azucena más bella,
Tu Corazón fue el primer tabernáculo para Jesús en la tierra,
Y eso porque Tu humildad fue la más profunda,
Y por eso fuiste elevada por encima de los coros de los ángeles y de los santos.
Oh María, dulce Madre mía,
Te entrego el alma, el cuerpo y mi pobre corazón,
Sé la custodia de mi vida,
Y especialmente en la hora de la muerte, en el último combate.
Tomado del Diario de Santa Sor Faustina (Diario, 105)
Secretaria de la Divina Misericordia
No hay comentarios.:
Publicar un comentario